Zovon y la traquita de Rovarolla

El paisaje rural que acompaña a la Provinciale dei Colli en el tramo que con unas pocas curvas conecta Zovon con Teolo.

Tras pasar un pequeño puente, me encuentro en el cementerio de la iglesia de San Giuseppe: bonita, pero sólo una pequeña iglesia ante tanto campanario. Me explican que a finales del siglo XIX se pretendía rehacer todo a lo grande, iglesia y campanario, pero después de gastarse una fortuna en el campanario, decidieron que la iglesia podía quedarse como estaba. A las once y media, el carillón comienza con un repique de horas canónico. Luego, a las doce en punto, por si alguien se había distraído alguna vez, suenan todas las campanas. Bienvenido a Zovon, parecen decirme: un centro antiguo, probablemente el lugar de un culto a la diosa Juno, de ahí su nombre actual.

Granados, olivos y la bonita Villa Ferrian con el telón de fondo de las canteras de traquita del monte Roverolla.

La mirada se eleva hacia la ladera: bellos edificios, entre ellos la graciosa Villa Ferrian, con su palomar, con el monte Rovarolla como telón de fondo. Signos fuertes del paisaje son las canteras de piedra , de una variedad tan particular como para llamarla "zovonita", amarilla o gris, incluso abigarrada, antaño muy solicitada.

Pido consejo a un nativo para el almuerzo: "risi e bisi", responde, que es hora de guisantes; famosos, los de la cercana Baone; sopa espesa más que risotto, explica, y "cada arroz un biso". En su copa, un espumoso Serprino. O mejor aún, añade, "risi e bisi co' l'oco in onto", ensalzando la carne de oca conservada en su grasa como manjar Slow Food. Un plato tinto, ça va sans dire, un corte bordelés, Merlot Cabernet, con un toque de Raboso, a la manera eugana.