Vo', Ciudad del Vino

"Vo', Città del Vino e della Trachite" (Vo', Ciudad del Vino y la Traquita): la instalación artística a la entrada del municipio recuerda sus excelencias.

La nueva plaza es amplia y racional, con la sede municipal al fondo y una placa en memoria de los 70 jóvenes de Vo' caídos en la Gran Guerra. Siempre es difícil de creer. En el centro se alza el monumento que honra su memoria: una columna de más de diez metros de altura, que demuestra que la traquita no es sólo piedra para pavimentar -masegni, dicen en Venecia-, sino también para el trabajo fino, desde las estrías del fuste hasta las volutas del capitel. En lo alto, llama la atención una estatua de bronce, un San Justo con la palma del martirio en una mano y en la otra el símbolo de la ciudad de la que es patrón, Trieste. Una elección inconformista, mérito del escultor vicentino Giuseppe Zanetti que miró a la ciudad recuperada a la tricolor gracias también al sacrificio de aquellos jóvenes, sublimándolos en la figura del mártir que el calendario conmemora el 2 de noviembre, en el Día de los Difuntos.

Lo que me sacude de estos pensamientos es una campana que marca la hora, llamándome de nuevo a tareas más prosaicas. A la entrada del pueblo se lee "Vo", Ciudad del Vino", así que que haya vino. Sin demora, entro por la puerta del Consorcio de la DOC, donde, entre otras cosas, se encuentra el museo que me introduce en las maravillas enológicas de las Colinas Euganeas. Una historia antigua, que tiene su símbolo en la llamada Situla Benvenuti, un cubo ritual de bronce repujado que data del siglo VII a.C., desenterrado en la necrópolis de Este. Es decir, que hace más de 2.500 años, los antiguos vénetos optaban por embriagarse con vino para percibir el más allá. Mejor una copa de tinto, diría como buen veneciano, que opio o peyote.

En el consorcio DOC de Vo', la sección del MUVI, el Museo del Vino de las Colinas Euganeas, se ocupa de las uvas características de la zona.

De la visita quedan algunos conceptos notables: que el vino blanco más típico de las Colinas Euganeas, el Serprino, es el antepasado nada menos que del Prosecco; que el Merlot y el Cabernet se expresan en estos suelos volcánicos como pocas veces en otros lugares; que el especialísimo Moscato Fior d'Arancio tiene un bouquet de aromas que van del mango al higo seco... Pruébelo usted mismo, en la llamada "sala emocional", que cierra la visita con una degustación guiada.

Experiencia del día, sugerida por la visita: una ensalada tibia de gallina de Padua, -sí, precisamente la 'del gran penacho', descrita en las tablas renacentistas de Aldovrandi-, con una copa de Moscato Fior d'Arancio, que en versión seca sabrá acompañar el agridulce de la receta. Sorprendente.