Una joya románica a la sombra del lago

Para no perderse

La iglesia sólo conserva una pequeña parte de las pinturas murales. Lo que queda, sin embargo, es de tal talla que deja lugar a la imaginación de su antiguo esplendor. En particular, en el segundo altar de la izquierda hay un fresco del siglo XV que representa a los santos Bernardino de Siena y Catalina de Alejandría junto al sarcófago del que sale Cristo resucitado. Y del mismo tenor, en la primera pilastra de la misma nave, hay una figura femenina que la tradición sostiene que es Santa Apolonia, aunque el atributo del platillo con los ojos rasgados sugiere el martirio de Santa Lucía.

Un poco de historia

Maderno es un centro de fundación romana, asociado a la figura del obispo de Brescia, San Herculano, que vivió en el siglo VI y terminó su vida como ermitaño a orillas del lago de Garda. Según la leyenda, su cuerpo fue arrojado a las aguas en una barca que desembarcó en el golfo de Maderno. Así fue como la ciudad tuvo el honor de custodiar los restos mortales del santo que los habitantes de la Riviera habían elegido como patrón. Las reliquias se depositaron en un santuario, en cuyo lugar se construyó a principios del siglo XII la iglesia que aún hoy alberga en su cripta el sarcófago del patrón.

Curiosidad

En el tercer pilar izquierdo de la nave, a la entrada de la cripta, se puede contemplar una pequeña pero valiosa pintura, Madonna entronizada con el Niño de la Bendición y dos donantes, de Paolo Veneziano, artista destacado en el panorama pictórico de mediados del siglo XIV. La tabla, que fue robada en 1975, se encontró casi treinta años después en manos de un anticuario de Turín. Una historia ficticia, seguida durante mucho tiempo por los periódicos brescianos y sólo revelada tras la muerte de su protagonista.