Los resurgimientos del Bacchiglione

Vista general del tramo de agua formado por las resurgencias del Bacchiglione

La zona protegida

Se encuentra dentro del triángulo formado por las localidades de Dueville, Caldogno y Villaverla; recorriendo las carreteras principales, se capta la belleza global de la zona, pero es desplazándose hacia las localidades menores cuando se descubren sus pequeños tesoros. El núcleo más intacto es el llamado Bosque de Dueville, que conserva la flora original de los humedales de la llanura, desde bosques de sauces, álamos y alisos, hasta la vegetación flotante de los numerosos cursos de agua que lo atraviesan. Alrededor, un paisaje de antigua belleza con prados estables y tierras de cultivo, enmarcado por setos e hileras de árboles.

La zona de resurgimiento del río Bacchiglione en 2011, inmediatamente después de la restauración de la red hidrográfica original

La zona de resurgimiento

La reserva forma parte de uno de los hábitats más interesantes del valle del Po, el llamado "cinturón de resurgencia", a lo largo del cual hay decenas de sorprendentes afloramientos de agua tan abundantes que pronto generan verdaderos ríos, como en el caso del Bacchiglione. El resurgimiento, también conocido como fontanile (en dialecto "fontanasso"), tiene lugar a lo largo de la línea donde el nivel freático se cruza con el nivel del suelo, es decir, donde las aguas de los torrentes de montaña, tras haber penetrado en el subsuelo de grava de la llanura alta, se encuentran con las capas arcillosas de la llanura baja y son empujadas hacia la superficie. Los resurgimientos tienen su primera manifestación en el gorgoteo de los manantiales ("boj" o "boje"), desde donde el agua fluye hasta llegar a las acequias que confluyen en el río. El entorno formado por estos cursos de agua a una temperatura constante de 10-13 grados centígrados, sea cual sea la estación del año, es muy especial por la vegetación sumergida que permanece exuberante incluso en invierno, cuando el campo circundante se ve atenazado por las heladas.

El característico entorno de resurgimiento bordeado de densa vegetación acuática

Flora y fauna encantadoras

Para el naturalista, los resurgimientos son entornos de excepcional interés por la concentración de especies botánicas y animales que en ellos se encuentran. Y no es necesario tener mucha experiencia para apreciar sus aspectos más particulares, empezando por las acequias, siempre verdes de plantas acuáticas mecidas por la corriente, espectaculares cuando se cubren de flores blancas en la superficie del agua. Reconocer peces y anfibios requiere un poco de vista, mientras que para las aves suele ser más útil estirar el oído para captar su llamada antes de verlas pasar. Pequeñas habilidades que se aprenden sobre el terreno con los guías. Luego están las cabañas ornitológicas, camufladas en lugares estratégicos para observar la fauna de las charcas. Silencio, un poco de paciencia y, a ser posible, unos prismáticos, es todo lo que se necesita para que los habitantes más confiados de la reserva, pollas de agua, patos y garzas, hagan su aparición en el campo de visión, sin excluir un golpe de suerte, un martín pescador lanzándose por la superficie del agua o un rascón acuático asomando entre la maraña de juncos.

Al borde de la extensión de agua más grande, una de las casetas de observación de aves

De intervenciones humanas y retornos a la naturaleza

Fueron los colonos romanos, pero sobre todo los monjes benedictinos en la Edad Media, quienes llevaron a cabo esas recuperaciones de tierras que transformaron la extensión primordial de bosques del valle del Po en un paisaje de campos prácticamente ininterrumpidos. Las pocas manchas que quedan de aquellos grandes bosques sólo han sobrevivido a lo largo de los ríos y en los humedales, sobre todo en la zona de resurgimiento. En la zona de Vicenza, sin embargo, tal abundancia de agua, además de favorecer los tradicionales molinos y el cultivo del arroz, ha convencido en el pasado reciente a la gente para invertir en la piscicultura. Así, en la segunda mitad del siglo XX, en la zona de los manantiales de Bacchiglione también se excavaron canales y cuencas que con sus geometrías se superponían a la red hidrográfica natural. Después, una vez agotado el interés del mercado por las truchas de piscifactoría, las instalaciones en desuso fueron abandonadas en su mayor parte al retornar la vegetación espontánea. En el caso de los resurgimientos del Bacchiglione, sin embargo, ha habido también una intervención providencial de restauración ambiental: mapas antiguos en mano, por una vez las excavadoras han trabajado para recrear los cauces naturales, devolviendo al río sus raíces más profundas.

Un ruiseñor (Cettia cettia), tomado en la estación de anillamiento de la reserva.

Historias de migración

La reserva alberga una estación de anillamiento, que estudia la migración de las aves que son capturadas con redes especiales para colocarles en una pata una anilla con un código alfanumérico de identificación. Una vez liberadas, las aves prosiguen su viaje y en caso de ser capturadas por una estación ornitológica similar, o descubiertas accidentalmente, se puede determinar su ruta e incluso su hora. Los resultados de estas campañas de estudio suelen ser sorprendentes, porque ciertamente pueden aparecer aves de especies raras, pero más a menudo son las distancias recorridas por las aves migratorias las que causan asombro. Ocurrió, por ejemplo, recapturar a un carricero común, una pequeña ave palustre, que había sido anillada en Finlandia, por lo que acababa de regresar de una migración de 2500 kilómetros y de sobrevolar los Alpes. Por otra parte, el carricero tordal, especie nidificante en el nacimiento del río Bacchiglione, va y viene desde el sur de África, atravesando mares y desiertos a lo largo de una ruta que los ornitólogos quieren reconstruir equipando a algunos ejemplares con un rastreador GPS ultraligero.