Descenso por el Po - Día 6

El límite extremo de la tierra lo marcan los "scanni", inciertos bancos de arena frecuentados únicamente por aves marinas.

Unos pocos kilómetros y el Adriático nos recibe con la emoción de una brisa salada. El paisaje se abre poco a poco, del bullicio de las garzas rojas sobre los juncos a las franjas de arena mareales: aquí las llaman " scanni " y están repletas de aves marinas que se elevan a nuestro paso: charranes, charrancitos, ostreros... si sabes distinguirlos por su perfil y su vuelo. Llegamos hasta la Sacca di Goro, una profunda ensenada cultivada con almejas, justo así porque los juveniles se siembran en campos trazados por satélite. Las almejas son el oro del delta y también hay quien gana un buen dinero con la pesca furtiva. Aquí, de hecho, está llegando la lancha de un sheriff "guardián de las almejas".

Durante un rato, el barco ritual no parece tener intención de hacerse a la mar, lo que nos preocupa no poco

Entorno sugerente: sol implacable, gaviotas y cormoranes en las largas hileras de postes; ostreros divagando, hundiendo el pico en la arena. A lo largo de los bordes de la bolsa divisamos barcos anclados y una hilera de cabañas totalmente equipadas, con veranda, barbacoa y antena parabólica: son los "playeros", como se llama a los habitantes de estos lugares de veraneo no autorizados.

Llamados al deber, volvemos a la desembocadura y tomamos tierra en el faro de Bacucco: la llaman la Isla del Amor y no hacen falta muchas explicaciones, un lugar mágico. Que empiece la ceremonia: ¡adiós Manrichetta, adiós tres hombres en barca, buen viaje y que el mar os sea leve!