Descenso por el Po - Día 1

Curiosas situaciones fluviales... dos equipos de nativos y un campamento de voleibol de verano en un banco de arena....

Pasamos por la desembocadura del Taro. Un piragüista se mete en nuestra estela y luego nos pasa remando al estilo olímpico: iba como una lancha rápida, sin duda. Para levantar el ánimo, nos detenemos en el embarcadero de Torricella: una gasolinera y un bar con terraza, algunos toman una cerveza y otros un polo, un vistazo a la Gazzetta y de nuevo al río. El río se divide y la rama más lenta desaparece entre la vegetación, destinada a convertirse en una cocha, como se dice cuando se encharca y la naturaleza vuelve a ser dueña. Un tramo precioso, hasta la isla de Maria Luigia, dedicada a la amada duquesa de Parma: 500 hectáreas de sauces y álamos; garzas como si fuera hora punta; un martín pescador se lanza por el agua; pasa una rapaz y decidimos que es un aguilucho pálido.

Una garceta (Egretta garzetta), la garza más vista en el descenso del gran río

Pasada la curva, un brusco recordatorio de la realidad, el traqueteo de un tren en el puente ferroviario de Casalmaggiore. Y luego el tráfico en el que hay cien metros más adelante, la carretera estatal entre Sabbioneta y Colorno: de la ciudad ideal de los Gonzaga al palacio de los Farnesio, sería una excursión para hacer, pero será para la próxima vez porque la hoja de ruta nos quiere en Boretto para pasar la noche.