Cortale - Ciudad de la Seda

En la cúspide de la producción de seda

A finales del siglo XIX, la provincia de Catanzaro era conocida como el Triángulo de la Seda, con los municipios de Cortale, Borgia y San Floro como cumbres. Se trataba de una producción antigua, cuyo inicio se atribuye incluso a los judíos de la diáspora. Ciertamente, fueron los reyes normandos los que favorecieron su afirmación trayendo maestros griegos a Calabria y creando también escuelas especiales. Lo cierto es que en el siglo XVI, la región era una de las comarcas de excelencia del Viejo Continente, productora de una seda considerada única por su elasticidad, que entonces hacía incomparable el tejido.

Un oficio de antigua tradición

Mérito del clima, se decía, y no hay razón para dudar de que la cría de gusanos de seda en el país de los dos mares podía dar resultados irreproducibles. Sedas maravillosas, como ciertos damascos que se embellecían aún más con bordados de oro. El testimonio fotográfico más antiguo de esta tradición es interesante: las mujeres de Cortale Vecchia con su traje característico, en el umbral de la casa con el huso y la rueca, los hombros envueltos en un chal de seda con diseños y colores muy particulares, procedentes de tintes naturales. La cría de gusanos de seda era una actividad familiar: todos los habitantes de la casa criaban gusanos de seda y luego suministraban los capullos con los que se fabricaba el preciado filamento.

Todavía hoy, una producción de sedas finas

Hoy en día, Cortale se distingue por la persistencia de toda la cadena de producción, desde el gusano de seda hasta la seda, como subrayan con orgullo los artesanos locales, conscientes de que son de los pocos, si no los únicos, que quedan en Italia que lo hacen: chales y pañuelos, manteles y toallas... todo un repertorio de refinados artefactos tejidos en telares históricos para quienes saben apreciar un valor que va mucho más allá de su belleza.