SHARRYLAND
Villa Valmarana ai Nani
Un paseo entre enanos, héroes épicos, nobles y campesinos del Véneto e incluso de Oriente
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
Más que una mansión, es un microcosmos que encarna la belleza de la vida de las familias nobles del siglo XVIII. El conjunto está formado por el edificio principal, las habitaciones de invitados y las caballerizas, todo ello rodeado de un hermoso jardín a la italiana, rosaledas, pozos y telones de fondo, que permiten a los habitantes de la villa y a sus invitados disfrutar paseando al aire libre. Lo que sorprende es el nombre: ai Nani. Quién sabe, tal vez derive del apodo que le pusieron todos los que lo vieron. De hecho, el muro que delimita el jardín está coronado por varias estatuas de enanos. Curioso, ¿verdad?
Por qué es especial
Como todas las villas venecianas, ésta también cuenta con increíbles frescos, nada menos que de Tiépolo. Lo que la hace única, sin embargo, es el hecho de que aquí no basta con decir el apellido: pasando de la palazzina a las habitaciones de invitados, de hecho, uno se encuentra con las manos y la creatividad de ambos Tiepolos, padre e hijo, apreciando sus similitudes y diferencias. Giambattista Tiepolo se dedicó a los temas épicos: en la palazzina, las habitaciones representan predominantemente escenas sentimentales de los grandes poemas. Su hijo, Giandomenico, en cambio, se entregó a las habitaciones de invitados, con opciones muy variadas: chinoiserie, vida rural, nobleza... en resumen, ¡no se aburrirá!
Para no perderse
Hay una sala en los cuartos de invitados que sorprende a quienes entran: la Sala de los Dioses. Incluso el visitante menos experimentado podrá ver la diferencia en la mano del pintor. De nuevo es Giambattista quien se sitúa junto a su hijo, lo que nos brinda la oportunidad real de comparar a los dos pintores en el espacio de unos pocos pasos.
Curiosidad
En realidad, el nombre de la villa está relacionado con una leyenda que dice que se construyó en el emplazamiento de un castillo anterior. En su interior, una princesa enana vivía tranquilamente rodeada de sirvientes también enanos. Un día, sin embargo, vio pasar desde el muro del jardín a un caballero. Se dio cuenta de su deformidad y se asustó tanto que se suicidó. Los sirvientes culpables de no controlarla fueron convertidos en estatuas, ¡las mismas que aún hoy custodian la villa!
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