Villa Molin

Para no perderse

A cualquier hora del día, la perspectiva, los volúmenes y formas perfectamente calculados y el armonioso y fragante jardín suenan a los oídos de los transeúntes como el dulce canto de las sirenas. Sin embargo, es al atardecer cuando su encanto se vuelve irresistible, con las Colinas Euganeas de fondo. Pero también es el momento en que una batalla silenciosa alcanza su clímax: créame, le resultará verdaderamente difícil decidir si prefiere los colores cálidos y envolventes de la puesta de sol, o los hábilmente distribuidos en el interior de la villa, formando nuevos espacios sorprendentes y contando historias legendarias.

Un poco de historia

Villa Molin tiene orígenes ilustres: fue encargada por la familia Molin, una de las más prominentes de Venecia. El diseñador elegido no podía ser menos, por lo que la obra se confió a Vincenzo Scamozzi. El edificio se inscribe así en el conjunto de villas de campo de la nobleza veneciana que adornan el interior del Véneto. Pronto se hizo famosa por la elegancia de su geometría, hasta el punto de ser mencionada en los escritos y obras de arquitectos y eruditos europeos ya en el siglo XVII. Con el paso del tiempo, la villa siguió siendo habitada por importantes familias: los Capodilista, los Conti y los Dondi dall'Orologio, manteniendo intacta su aura de magnificencia.

Curiosidad

En 1748 también pasó por las estancias de Villa Molin un futuro Papa: se trataba de Carlo Rezzonico, entonces obispo de Padua, que ascendió al trono pontificio con el nombre de Clemente XIII.