Villa Borri Manzoli

Para no perderse

Pero el interior también reserva grandes sorpresas, como los frescos de la Sala Napoleónica, donde dominan dos estatuas: de un lado la diosa de la caza Diana, del otro la de Ceres; o la sala de música con espejos y un piano de cola; y luego la sala de los escudos con las iniciales de Carlo Borri en el techo; la sala de caza con representaciones de armas y animales salvajes. Por último, el orangery, un espacio que se utilizaba para albergar cítricos y otras plantas frutales y/o exóticas durante el periodo invernal, en regiones donde el clima no permitía a los ejemplares sobrevivir al aire libre.

Un poco de historia

La familia Borri estuvo muy implicada en la historia de Milán ya en el siglo XII. Lanfranco Scarsino Borri, progenitor de la familia, apoyó astutamente a los Visconti en su disputa contra los Torriani, garantizando así privilegios y posesiones a la familia, llegando incluso a dar a su hija Violante en matrimonio a Gian Galeazzo. La familia Borri, originaria de Santo Stefano Ticino, poseía propiedades en la campiña de Corbetta y la concesión del agua de la fuente de la Madonna, que aún fluye por el centro de Corbetta y los jardines principales, incluido el de la villa, está documentada ya en 1400.

Curiosidades

Además de los frescos de las distintas estancias, se sabe que en 1840 gran parte de la villa, en el lado oeste, se alquiló a una empresa propietaria de una hilandería de seda, ya que esta actividad era importante en la zona de Corbetta en aquella época. En 1890, se añadió el edificio rústico de la fachada sur de la villa para dar servicio a la hilandería. Desgraciadamente, la hilandería, con la aquiescencia de los propietarios, acabó invadiendo parte de las estancias nobles, tanto en la planta baja como en el primer piso. La empresa cesó su actividad a principios de la Primera Guerra Mundial, al ser los propietarios de origen germánico, y las salas volvieron a su función original de representación.