SHARRYLAND
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
A lo largo de la antigua carretera que llevaba de Asso a Rezzago, en un pintoresco entorno atravesado por un río Lambro totalmente inmerso en el verde, se encuentra primero el Molino Mauri, que pertenece a la familia desde hace generaciones, desde el siglo XVIII (aunque algunas partes de la estructura se remontan al siglo XIII) y más adelante el Molino Valsecchi, que data de 1369. Se pueden admirar las antiguas ruedas y muelas que aún evocan recuerdos de los campesinos que cargaban sus sacos de maíz para conseguir la harina amarilla con la que preparar la polenta que, en años difíciles, era el plato único de muchas familias.
Por qué es especial
Antaño, este pequeño desfiladero del río Lambro marcaba el tiempo de molineros y batidores de hierro. Hoy, el rugido del agua del Lambro se mezcla con los sonidos de las re-evocaciones, cuando las ruedas y las piedras de molino vuelven a girar. La harina sigue siendo el ingrediente principal de platos típicos como la polenta con missoltini, o agoni secos; el tòc, hecho con polenta, mantequilla y queso; el paradell, una tortita dulce hecha con harina y agua; y el pan meino, hecho con flor de saúco, que llena el valle de fragancia en mayo, durante su floración.
No se pierda
En mayo, se organizan las Jornadas Europeas de los Molinos para poner en valor lugares inexplorados en un entorno rural intacto. Una inmersión en el pasado en Valassina, a menos de una hora de Milán, en busca de valores genuinos procedentes de la agricultura y el hombre y transmitidos de generación en generación hasta nuestros días.
Un poco de historia
Durante siglos, el Lambro fue la principal fuente de energía de Valassina y, sobre todo desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX, decenas de ruedas hidráulicas aprovechaban la fuerza motriz del río para accionar molinos, martillos y ruecas. A menudo, los molinos eran propiedad de particulares o de señores feudales, y se entregaban en onerosas concesiones a los molineros, que las reclamaban a los agricultores. La venta de pan y vino estuvo sujeta a un sinfín de derechos durante toda la Edad Media. La legislación con respecto a los comerciantes era muy estricta, sobre todo si poseían instrumentos de pesar y medir que no estuvieran sellados y calibrados conforme a la ley.
Curiosidades
El oficio de molinero era codiciado porque estaba vinculado a la transformación de productos de primera necesidad y, por ello, sujeto a estrictas disposiciones administrativas. En los Estatutos Municipales de Asso leemos: "Nadie se atreva a vender pan o vino al minuto si no es al precio y peso que se le asigne; quien contravenga deberá pagar, bajo pena de destierro, por cada vez, cinco soldi terzuoli de dicha pena un tercio es del acusador; cualquiera tiene la facultad de acusar".
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