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Susurros de ultratumba
El Mausoleo de Federico da Montefeltro, entre maravillas y misterios
¿Dónde está?
En las laderas del Cesane, el monumento funerario deseado por Federico da Montefeltro observa majestuosamente Urbino desde lo alto de la colina de San Donato. Gracias también al arte de Francesco di Giorgio Martini, celebra al Duque y a su dinastía con refinada grandeza.
Iglesia de San Bernardino
Conocida como la Iglesia de San Bernard ino, es una perla del Renacimiento, testigo de los avatares sufridos por los restos que alberga. Hace siglos albergó el famoso retablo de Montefeltro de Piero della Francesca, del que hoy es posible admirar una copia fiel en tamaño y en alta definición, llena de significados aún por desvelar.
La propia estructura del Mausoleo es puro arte: recuerda a las monumentales tumbas romanas y no deja indiferente, transmitiendo atmósferas lejanas en el tiempo, portadoras de mensajes de cosas preciosas, perdidas. Otras, sin embargo, nunca nos abandonarán. Son los recuerdos estratificados que pertenecieron a los duques y, en particular, a Federico, que murió en 1482, cuando el lugar que debía acogerle aún no estaba terminado. Cuando llegó allí, Fe Dvx estaba momificado, perfectamente intacto, como si sólo estuviera dormido. Incluso su cuerpo cuenta una historia... la de una misteriosa desaparición, aún envuelta en brumas.
Mausoleo al anochecerUn "lugar de descanso" aventurero
Federico pertenecía a Urbino, pero no siempre permaneció en la colina que domina la ciudad. Sus restos mortales regresaron al Mausoleo el 3 de junio de 2022, tras una solemne ceremonia en la Catedral. Anteriormente habían sido estudiados por paleopatólogos de la Universidad de Pisa, que exploraron su tumba en 2000. Sus investigaciones informaron del gran desarrollo de la musculatura de la pelvis, el hombro y el brazo izquierdos, lo que indicaba una importante actividad física, vinculada a la equitación. Los análisis también demostraron que padecía artritis úrica, razón por la cual no pudo montar a caballo ni participar activamente en batallas durante los últimos años de su vida.
Los restos mortales del duque fueron transportados de Ferrara a Urbino: tras el funeral, el cuerpo fue colocado en el muro del altar mayor de San Bernardino, a cierta altura del suelo, como era costumbre con las personalidades destacadas. Los testimonios hablan de la riqueza del entierro: se le cubrió con un paño de brocado de oro y se le envolvió en ropas carmesí y escarlata; su espada, compañera de aventuras, yacía a su lado. En 1620, Federico y su familia fueron trasladados bajo el suelo de la iglesia, en la desgraciadamente húmeda cámara funeraria que con el tiempo arruinó los ataúdes de madera originales.
Preguntas sin respuesta
Se dice que incluso los muertos pueden hablar, a través de sus cuerpos. El caso del Duque es de lo más peculiar: devuelto intacto a su ciudad natal, fue exhumado por segunda vez en 1938, informando a los estudiosos de que le faltaba algo. ¿Qué fue de la espada, colocada a su lado? ¿Quién robó el vestido carmesí? ¿Qué mano tuvo la fuerza de romper la simetría de Fe Dvx? ¿Cómo es posible que incluso su cráneo haya desaparecido? Años de humedad degradaron el cadáver, los restos casi se destruyeron... pero todo esto por sí solo no puede explicar el misterio de las cosas perdidas. La pregunta más inquietante es: ¿dónde están hoy? Quién sabe, se cuida de no hablar.
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