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Historias de Santa Úrsula de Tomás de Módena
Úrsula y las once mil vírgenes cobran vida en los magníficos frescos del gran maestro del siglo XIV.
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
En el corazón de Treviso (pero la ciudad no es muy grande, podríamos pensar que todo el cuerpo de ladrillos antiguos es en realidad un corazón palpitante dentro de las murallas) se abría de repente la iglesia de Santa Caterina, pero la puerta permanece cerrada. Hoy es la primera sección de los Museos Cívicos, se entra por allí. Es un espacio amplio, tanto que podría contener otra iglesia, la hoy desaparecida dedicada a Margarita, en la que se pintaron al fresco las historias de Úrsula. La historia de la obra maestra de Tomaso da Modena está injertada en el regazo de estos tres santos.
Por qué es especial
Corría el año 1883 cuando el abad Luigi Bailo, en Santa Margherita agli Eremitani -una antigua iglesia de la ciudad que había servido como depósito militar pero que estaba siendo demolida en ese momento- hizo un increíble descubrimiento. Los trozos de yeso desprendidos de las paredes de la capilla in cornu epistolae (la situada a la derecha de los que miran al altar) revelaron un extraordinario ciclo pintado. Se trataba, en efecto, de Tomaso da Modena, un maestro medieval activo durante una década en Treviso, hasta 1358. Y la historia pintada al fresco era la de Úrsula, la princesa bretona, una de las primeras santas cristianas, martirizada con su procesión de once mil vírgenes (como se cuenta en la Legenda Aurea de Jacopo da Varagine) bajo los muros de Colonia, de regreso de su peregrinación a Roma con su reciente marido y el Papa que les había seguido.
No hay que perderse
Desde "El envío de los embajadores al rey de Inglaterra" hasta "El martirio", las historias se desarrollan en once paneles enmarcados en las paredes laterales de la capilla salvados por Bailo, que desprendió las piezas de yeso pintadas y las transfirió a lienzos: un verdadero milagro, dada la técnica utilizada, la indiferencia de las autoridades de la época y el resultado obtenido. Gracias a él, hoy podemos disfrutar de la pintura de Tomaso, una pintura elegante (el novio desposado sostiene un halcón en el brazo, testigo de las comodidades de las cortes del siglo XIV), despreocupada por la naturalidad del espacio (Tomaso sabía que los pasajeros no podían, en ningún momento, ser más grandes que el barco) e incluso cómica (los mensajeros que cuentan con los dedos las pretensiones de Úrsula nos dicen que, aunque las imágenes cambien, el contenido es el mismo en todas las épocas).
Un poco de historia
Estamos en torno a 1355. En aquellos años, tras la ocupación de los Ezzelino y Da Camino y de los Scaligera, Treviso se había entregado espontáneamente a la Serenísima República, convirtiéndose en la primera posesión veneciana en tierra firme y aprovechando su posición. Tras los angelitos pintados en Santa Lucía (en la plaza San Vito) y el Capítulo de los Dominicos, parece pues que Tomaso fue un excelente testigo de esta fase floreciente.
Curiosidad
En lapared sur, numerosos fragmentos de fresco nos dicen que Santa Catalina también fue resplandeciente en otro tiempo. Y en el piso de arriba, la Pinacoteca alberga otras obras maestras, ya sea por los importantes títulos que destacan en las cartelas o por los silenciosos y bellos rasgos de muchas otras obras. Dos nombres bastan: Gentile da Fabriano abajo y Paris Bordon arriba. ¡Déjese intrigar!
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