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Segantini "al aire libre" en Caglio
En busca de inspiración tras las huellas del gran pintor
¿Dónde está?
Un pueblo con alma rústica
Caglio es un pueblo de la provincia de Como fruto de la habilidad de maestros canteros que tallaron y colocaron sus piedras con amor y sabiduría. Recorriendo estrechas callejuelas y pequeñas plazas, donde se pueden ver las típicas logias de madera de las antiguas casas campesinas, se llega al corazón del pueblo, a la Iglesia de los Santos Gervaso y Protaso, con su amplio cementerio. Las huellas de un antiguo arte que distinguía por su maestría a los hábiles artesanos de la piedra se encuentran en la arquitectura local, en las columnas, escalinatas, portales, arcos, naves y edículos sagrados, parte de la construcción religiosa del pueblo.
de piedras y colores
Pero elementos de colores vivos y con un aire más moderno tapizan aquí y allá las vistas de Caglio, creando una especie de museo al aire libre para el visitante. Son fieles reproducciones de algunos cuadros de Segnatini que hablan de la vida rural, del campo y de la fe. Todo ello tiene su origen en la especial unión entre el municipio de Caglio y Giovanni Segantini, pintor divisionista italiano, que se remonta a finales del siglo XIX. Cuando Segantini, junto con su esposa, abandonó Milán en busca de inspiración profunda, recaló en Pusiano y luego en Eupilio, en la provincia de Como, pero sintió la llamada de los Prealpes y la alta montaña, y así se instaló en Caglio en 1885, encontrando una nueva vida en sus vistas y su paisaje.
Paseando con Segantini
Con motivo del 150 aniversario del nacimiento del maestro, el pueblo le dedica una exposición permanente, colocando reproducciones a gran escala de sus obras maestras allí donde nacieron. Se crea así un efecto muy especial, casi simbiótico, donde los colores de las pinturas embellecen las piedras de Caglio, y donde el tejido rural hace vibrar de profundidad sus obras. Así, obras como "Dopo il temporale" (Después de la tormenta) con la pesadez de los vellones de las ovejas empapados por la lluvia, la melancólica "Alla Stanga" (En la Stanga ), pintada en los prados de Santa Valeria in Caglio al atardecer, los contornos difuminados por la llegada de la oscuridad, los ojos acuosos de los rebaños, y el intenso naturalismo de "Le due Madri" (Las dos madres ) en la combinación de las condiciones humanas y animales, acompañan al visitante por las estrechas calles del pueblo.
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