SHARRYLAND
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
Adentrándose en los Valles Natisone, se descubre un lugar muy especial: ya no es una montaña, ya no es Collio, es una naturaleza no sólo intacta sino salvaje, una dimensión recóndita y casi secreta. En una pared que domina Pulfero, se esconde un nido de águilas y una capilla gótica, lugar de culto y fortaleza inexpugnable: a partir de aquí comienza un itinerario espeleológico entre el cuento de hadas y lo naturalista, sombras espectrales de osos gigantescos y bóvedas decoradas con esculturas creadas por el agua a lo largo de los milenios.
Por qué es especial
Son tantas las realidades y matices que se encuentran aquí que la palabra especial resulta reductora. Las pinturas rupestres se cruzan con los restos de osos de las cavernas (Ursus Speleus), se alternan con hallazgos prerromanos, romanos y medievales, y se interrumpen con la capilla gótica eslava. Un torbellino de formas, materiales, épocas y culturas que podría parecer azaroso si no estuviera enclavado en lo que es un verdadero laberinto natural esculpido por el agua.
Para no perderse
La intervención humana, por admirable que sea, no es más que una pequeña parte de la cueva de Antro. Precisamente como cueva, está formada por túneles, salas, chimeneas, estanques... Orientarse en su interior no es fácil. Para hacerla accesible a todos, hay itinerarios bien señalizados y equipados. Los que quieran ir más lejos tendrán que recurrir a guías expertos y estar bien preparados para el entorno laberíntico de la cueva.
Un poco de historia
Partiendo de los primeros asentamientos prehistóricos, se llega a la dominación romana que incluyó el lugar en su sistema defensivo. En 889, un edicto de Berengario inició su transformación en lugar de culto, que, sin embargo, coexistió con funciones defensivas y militares hasta el siglo XV. Desde 1885 se desarrolla aquí una intensa actividad espeleológica.
Curiosidad
Cuando la reina Vida se enteró de que Atila estaba a punto de llegar al valle, invitó a todo el pueblo a refugiarse con ella en la cueva del Antro, trayendo animales y toda la comida posible. Cuando los hunos llegaron al valle de Natisone, lo encontraron desierto, pero no tardaron en localizar el inexpugnable refugio y lo sitiaron, esperando la rendición por hambre. Cuando sólo quedaba un último saco de grano, la reina hizo un intento extremo: arrojó el grano desde la roca, gritando que tenía tantos sacos como granos habían caído al suelo. A la vista de tal derroche, Atila se rindió y continuó su camino.
Para organizar el viaje
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