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Restanza: aquí está la escuela que enseña a no emigrar
Guardianes de historias y sensaciones de los paisajes, pueblos y ciudades de Salento y del Sur.
¿Dónde está?
Un viaje en littorina, un paseo con recital de poesía, una revista literaria en un antiguo molino de aceite o incluso una lección sobre la economía de las granadas. Éstas son sólo algunas de las lecciones-experiencias de la Scuola della Restanza, la escuela para aprender a quedarse que Gianluca Palma fundó en su pequeño pueblo de la provincia de Lecce para dar forma a una visión poética y política al mismo tiempo: marcharse, sobre todo de las zonas más difíciles, no es la solución.
Conocemos a Gianluca Palma en febrero de 2020, cuando se inaugura oficialmente esta audaz escuela, la primera de este tipo en Italia y, desde luego, no una escuela tradicional. "No damos diplomas ni hay cursos específicos", explica Palma, que la dirige junto con los chicos de la asociación La Scatola di Latta de Botrugno. "Es un camino que nunca termina, queremos sensibilizar a la gente para que se vuelva a quedar, con el guión, es decir, que se quede en el lugar donde vive aprendiendo a valorar el paisaje, la cultura, la comida, las prácticas, las tradiciones de ese territorio. Sin embargo, no queremos que sobre todo los jóvenes se queden en un lugar sin quererlo realmente y tal vez soñando con emigrar. Por eso promovemos la conciencia, también psicológica, de quedarse: los que se quedan pueden echar una mano en el desarrollo de la economía, la nuestra es una filosofía, pero también queremos llegar a fin de mes. No somos nostálgicos ni parroquianos, eso se lo dejamos a los que piensan que quieren trazar fronteras entre nosotros y los demás. Abandonemos la lógica de la competencia: todos los territorios tienen algo que decir y que ofrecer a la gente, en primer lugar a quienes viven en ellos.
Devolver el sentido a los lugares
Hasta ahora, la Scuola della Restanza ha promovido experiencias para disfrutar caminando o incluso sentados, en los lugares más diversos: "Dimos un paseo por la costa de Otranto para descubrir el lago de bauxita donde la tierra es tan roja como en Marte. Por el camino leímos poemas, pero también encontramos una bañera abandonada en la playa y un pinar incendiado: no toda la tierra es bella y limpia, de hecho queremos regenerarla, repararla y devolver el sentido a los lugares". De este modo, se razona, cada vez menos chicos y chicas querrán emigrar, pero resistirán y harán florecer los lugares donde nacieron.
Lo que queda
En las excursiones organizadas por esta escuela especial participan casi siempre profesionales que imparten una especie de lección: el nutricionista hace hincapié en los alimentos más sanos y sabrosos, el profesor de yoga propone una sesión de meditación, el escritor lee poesía, los que conocen el lugar cuentan su historia, los que han encontrado una nueva forma de ganar dinero respetando la tierra la enseñan a los que quieren aprender.
Lo central, señala Palma, es ante todo la conciencia interna de querer volver a quedarse para eliminar el descontento de los que se quedan por falta de alternativas. Por eso, entre las diversas actividades de la Scuola della Restanza, se organizará un viaje en tren a Ceglie (Brindisi) en el que también habrá psicoterapeutas a bordo para hablar del paisaje exterior y del paisaje interior. Sin embargo, las "lecciones" no siempre tienen lugar en movimiento: a veces se trata del descubrimiento de una maravilla abandonada, o de una reseña literaria, de la casa de un anciano que cuenta sus propias vicisitudes entrelazadas con la historia del lugar, de un alimento devuelto a la memoria por la tradición. O el redescubrimiento de la importancia de mezclar cal con planta de cáñamo para mantener frescas las casas, una tradición que se había perdido y que ahora vuelve a resurgir en el Salento.
Las granadas de Restanza
El ideal, para Palma y sus amigos, es la historia de un joven de Lecce que, tras estudiar en la Bocconi de Milán, quiso volver para abrir una granja de granadas de las que obtenía zumo y un barniz especial. Su granja, ahora próspera, está abierta a talleres para niños que aprenden así botánica. O incluso el Parco dei Paduli, en pleno Salento, donde es posible dormir en enormes nidos colgados de los olivos, bajo las estrellas. "Estamos contentos si algunos turistas quieren venir a conocer nuestras maravillas, la nuestra es una filosofía acogedora pero opuesta al turismo de masas que destruye territorios", explica el fundador.
Difundir la Restanza
Pocas semanas después de su nacimiento, cientos de personas ya quieren formar parte del proyecto: como profesores, como alumnos, como colaboradores. "Nos escriben de Milán, de Florencia, de Benevento, de todas partes", dice Palma, que lo dirige junto con los chicos de la asociación La Scatola di Latta: "Un pescador se ofrece a dar una lección de mar en un barco, un profesor quiere organizar un tren de filosofía, las posibilidades son innumerables y no siempre ligadas a festivales o eventos especiales, porque la idea es que todos los lugares tienen riquezas de lunes a domingo, si sólo hay ganas de descubrirlas".
Restanza, sin embargo, no es un invento de Palma. Es un término hoy muy extendido, sobre todo en el Sur, acuñado por el antropólogo calabrés Vito Teti como un presagio contra la despoblación de zonas deprimidas, de pueblos solitarios, de zonas de interior donde resistir es cada vez más complejo.
A finales de febrero de 2020, la Scuola della Restanza saldrá por primera vez de las fronteras de Apulia para desembarcar en Basilicata, para ir a Pisticci y San Mauro Forte (Matera), en las zonas que fueron queridas por Carlo Levi. Como Tricarico, donde se celebra uno de los carnavales más característicos de Italia, con máscaras de vacas y toros para simular la trashumancia.
La esperanza es difundir la Restanza allí donde pueda arraigar, "empezando desde abajo, pero pidiendo a la política que no abandone los pueblos pequeños, dejándonos, por ejemplo, Correos, una farmacia, una escuela, todos los directores fundamentales. En cambio, corresponde a los ciudadanos arremangarse, no abandonarse al cinismo y al pesimismo, y revitalizar los lugares que ven todos los días sin conocer quizá su historia, su valor, su belleza intrínseca".
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