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¿Dónde está?
Qué es y dónde está
Paseando por Pesaro, no es difícil fijarse en los elegantes palacios de la antigua nobleza de la ciudad. Los afortunados propietarios de estos edificios, sin embargo, a veces sentían la necesidad de alejarse de ellos, por lo que se trasladaban a sus villas fuera de la ciudad. Una de ellas es la Villa Imperiale, un suntuoso edificio que, a pesar del imponente aspecto de su exterior, aún diseñado de forma defensiva, recibe a sus visitantes en un lujoso entorno donde reina la belleza. Y aunque uno sólo venga aquí de paso, es imposible no notar que el alma se aligera, la cabeza se calma y el corazón se libera.
Por qué es especial
Esta suntuosa residencia se encuentra en medio de la vegetación, rodeada de frondosos árboles y embellecida por un elegante jardín. Sin embargo, una vez cruzadas sus puertas, uno se encuentra en habitaciones de refinada arquitectura y a menudo adornadas con frescos que combinan mitología, naturaleza y acontecimientos históricos probablemente relacionados con las familias que vivieron aquí. En resumen, Villa Imperiale es un lugar de retiro del mundo, un refugio de todo y de todos para encontrar el propio ritmo y espíritu sumergiéndose en el arte y la naturaleza.
Para no perderse
La Villa, que puede visitarse de junio a septiembre, sigue sorprendiendo por su imponente estructura y sus espléndidos espacios verdes. Uno de ellos es un jardín en terrazas con setos bajos de boj que delimitan el espacio y macizos de flores que aportan color y fragancia. Lo que no parece a primera vista es el valor histórico de este lugar: es el primer ejemplo de jardín en terrazas dispuesto en varios niveles en la región de Las Marcas, y fue encargado por Eleonora Gonzaga.
Un poco de historia
La Villa Imperiale se llama así porque la primera piedra fue colocada por el emperador Federico III de Habsburgo, de paso por Pesaro en 1452. Terminada en 1469, en el siglo XVI pasó a manos de la familia Della Rovere, que la hizo ampliar y renovar. En el siglo XVII comenzó el declive de la villa, que se agravó cuando, tras años de abandono, el edificio fue asignado a los jesuitas, que lo modificaron según sus necesidades, cubriendo muchos de los frescos del pasado. Hubo que esperar al siglo XIX y de nuevo al XX para llevar a cabo obras de restauración que devolvieran a la villa su aspecto original.
Curiosidad
A un par de kilómetros se encuentra la Villa Caprile, construida en 1640 como residencia de verano. Este espléndido palacio ha visto pasar por sus pasillos a ilustres personalidades de la talla de Casanova, Stendhal, Rossini o Leopardi. Concebido, según el gusto de la época, para ser fuente de alegría y diversión, paseando por el hermoso jardín a la italiana aún se puede uno dejar salpicar por los sofisticados juegos de agua que asombran y hacen sonreír a los visitantes desprevenidos. Hoy es sede del Istituto Tecnico Agrario A. Cecchi, pero puede visitarse durante todo el verano.
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