De la montaña a la mesa

De hecho, el suelo volcánico ha encontrado aquí un emplazamiento especialmente favorable para un cultivo en particular: la patata. En la confluencia de dos valles, los vientos que descienden de las Pequeñas Dolomitas y las buenas lluvias estivales son una bendición para el cultivo. Además, la amplitud térmica que se produce entre el día y la noche favorece la conservación del almidón y dificulta la acumulación de agua, característica inevitable en las patatas de calidad. El resultado es un producto inconfundible, tanto que se ha ganado la denominación De.Co. El origen geográfico, por supuesto, debe coincidir con el territorio de los cinco municipios que comparten el monte Faldo y sus riquezas. El reconocimiento De.Co. es, de hecho, un proyecto llevado a cabo por todos ellos, en un espíritu de fuerte cohesión y amplitud de miras.

Planta de patata en flor

Si es fácil entender cómo la composición del suelo influye en las características de las patatas del monte Faldo, hace falta más razonamiento para comprender cómo otro producto compartido por varios municipios de la zona constituye otro regalo del monte a las personas que viven en su territorio. O quizás ni siquiera sea tan difícil. Al fin y al cabo, una buena pista la tenemos delante de nuestras narices cuando caminamos por los senderos del Faldo: son los pastos dedicados principalmente a las vacas lecheras de las familias locales. En algunos lugares aún se pueden ver los casoni , auténticos establos de altura que servían de refugio al ganado.

Uno de los casoni del Monte Faldo

La calidad de la hierba y el heno de los que se alimentan confiere a su leche unas notas aromáticas especiales que también se conservan en el queso y los productos lácteos gracias a la transformación de la leche cruda. Esto significa que la leche se calienta lo suficiente para obtener el cuajo, pero no se pasteuriza. El resultado es un producto de sabor reconocible, que lleva consigo residuos de los aromas y sabores del Monte Faldo. Algunos pueden tener dudas por la falta de pasteurización. Así pues, sepa que la elaboración de los quesos Faldo sigue técnicas queseras transmitidas de generación en generación que permiten mantener bajo estricto control el proceso de maduración, protegiéndolo de cualquier fermentación anormal. Degustar el queso será, por tanto, una inmersión en el pasado, con el sabor auténtico de las comunidades rurales de antaño.

Y al igual que antaño, la cría, la transformación y la transmisión de conocimientos tenían lugar en granjas familiares. Hoy sólo queda en activo la quesería de Nogarole Vicentino, pero antiguamente había varias, repartidas por los distritos. Se llamaban casare y recogían la leche de los distintos ganaderos de la zona. En el registro de la casara se anotaba cuidadosamente la cantidad exacta de leche vertida, para poder redistribuir los productos acabados en las proporciones adecuadas según la aportación de cada uno. Una historia, por tanto, no sólo familiar sino también comunitaria, que añade una nota de nostálgica dulzura a la degustación de los quesos de hoy.

Queso Monte Faldo De.Co.

El carácter familiar y convivial de la quesería se encuentra también en el cultivo de la patata, y en ambos casos se manifiesta poderosamente en las fiestas dedicadas respectivamente al queso y a la patata o, para ser más precisos, a un plato del que son la base. Así, los dos primeros fines de semana de septiembre se celebra en Selva di Trissino la " Festa del Gnocco ", mientras que en mayo tiene lugar en Nogarole Vicentino la "Festa del Formaggio". En ambos casos, hay que decir que la ocasión hace la boca agua, porque se pueden degustar los manjares locales en un ambiente alegre, acompañado de actuaciones musicales, animación, juegos y la posibilidad de conciliar el apetito con paseos.