SHARRYLAND
Los escollos de Roma
Brotan como flores entre las piedras y recuerdan a los que ya no están
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
Las piedras de tropiezo se encuentran por toda la ciudad y conectan, como un hilo invisible, los distintos barrios de Roma. Son el testimonio de lo que causó la barbarie nazi durante la Segunda Guerra Mundial y después de ella. Las piedras de tropiezo son adoquines de latón que cubren los bloques del pavimento de las calles: cada uno lleva el nombre y el destino de judíos (pero no sólo) deportados o asesinados durante el periodo nazi.
Por qué es especial
Definir la importancia de las piedras de tropiezo es difícil si uno no se acerca a ellas con el corazón y la memoria: nos cuentan una historia distinta de la de los monumentos canónicos; son una memoria viva, que aún podemos tocar. De hecho, podemos "tropezar" literalmente con las historias de tantas personas. Buscando las piedras de tropiezo esparcidas por la ciudad aprendemos sobre familias, jóvenes, personas más o menos famosas, trabajadores, eruditos, judíos, pero también antifascistas, homosexuales, soldados, políticos, romaníes, partisanos: todos deportados a campos de concentración o masacrados en el Fosse Ardeatine. Historias duras, como las piedras en las que están grabados sus nombres y que, en todo tiempo y lugar, nos dicen que no olvidemos.
Para no olvidar
En Roma, las primeras se hicieron en 2010, para la familia Spizzichino, en Via della Reginella, en el barrio judío. Buscando las piedras de tropiezo, uno se encuentra con muchas familias judías y de otros orígenes. Por ejemplo, en Via Omero, frente al Instituto Sueco de Estudios Clásicos, se encuentra una lápida dedicada al epigrafista Mario Segre, que encontró allí refugio temporal con su familia. O, en Via Ceccano 13, hay un adoquín conmemorativo de Italo Pula y su hermano Espartaco, masacrados en el Foso Ardeatino. Tantas historias de personas que se convirtieron en héroes sin quererlo.
Un poco de historia
En 1995, Gunter Demnig, artista alemán, decidió crear obras en memoria de las numerosas víctimas del nazismo en Europa. Desde entonces, el mapa de estos adoquines especiales ha crecido y se repite por todas partes en las ciudades europeas.
Curiosidad
El artista tenía en mente hacer placas fijadas a las paredes, pero entonces, mientras visitaba la Ciudad Eterna, entró en San Pedro y le llamaron la atención las lápidas que cubrían el suelo y conmemoraban a la persona allí enterrada. Así fue como se le ocurrió la idea de hacer piedras que fueran visibles en el pavimento y, al mismo tiempo, parte de él: como las historias que cuentan, que forman parte de nuestra memoria actual.
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