La cripta de Coelimanna en Supersano. Una maravilla por salvar

Frescos medievales © B. Contini

Los orígenes

Cuando los monjes basilianos huyeron de Constantinopla en 786 para escapar de la persecución contra la iconoclasia de León III Isaúrico, encontraron refugio en las cuevas de Salento, Apulia y el sur de Italia. En Supersano adaptaron como hogar las cuevas de la ladera de la colina, habitadas por el hombre desde tiempos prehistóricos. Con el tiempo pintaron al fresco las paredes de sus ermitas con figuras de santos e inscripciones en latín y griego.

Cuando se podía entrar

La cripta de Coelimanna, del año 1000/1200, está excavada en la roca; el interior es oscuro y silencioso, dividido en dos por un altar barroco. El suelo es de tierra batida con restos de loza y el techo está pintado con estrellas. Frescos bizantinos de excelente factura que representan santos adornan las paredes de la entrada a la cripta. En la sala barroca del altar, las ricas pinturas murales tienen un carácter decorativo. Hoy en día, estos frescos están cubiertos de moho causado por filtraciones y humedad y una miríada de mosquitos que atacan los colores.

Los frescos

Dos santos nos saludan a la entrada, con sus manos derechas bendiciéndonos a la manera griega. El que está enmarcado de medio cuerpo, casi como si fuera un icono, es San Nicolás, como revelan las inscripciones en griego (Nikola) y latín (S. Nicolaus). Las arrugas de la frente, los grandes ojos marrones, la nariz fina y la barba rala confieren a su figura una majestuosidad particular. El santo viste ricos ornamentos episcopales griegos y sostiene un evangelio en la mano, cerrada. A su lado, la otra figura que bendice es posiblemente San Juan Evangelista. También él viste suntuosos ropajes y sostiene un Libro, pero esta vez el Libro está abierto y de cara a nosotros.

Entre las demás figuras, tres frescos representan a la Virgen con el Niño. Uno, en particular, sostiene una fruta en la mano, devolviendo tiernamente lo sagrado a lo cotidiano.

En primer plano, San Nicolás; a su izquierda, San Juan Evangelista. © B. Contini

En peligro de derrumbe

La cripta lleva cerrada desde 2009, cuando las aguas de una fuerte tormenta, que descendían de la ladera, provocaron el derrumbe de un muro de piedra seca cercano a la entrada. Esta fue la primera señal de alarma. En los años siguientes, de nuevo debido a las fuertes lluvias, se produjeron grandes filtraciones y un ligero desprendimiento, hasta el punto de que en 2017 una losa de roca se desprendió del techo de la cripta, inutilizándola. Al año siguiente se colocaron puntales de acero tanto en el interior como en el exterior de la Cripta para evitar el derrumbe, que desde entonces está abandonada.

¿Qué se va a hacer?

En mayo de 2022, el municipio de Supersano presentó un proyecto de restauración a la Región. Esperamos que el proyecto se apruebe con carácter de urgencia y se actúe sin demora.