El lago más allá del valle: la ermita de San Valentín

Para no perderse

El destino de la excursión es un lugar de fe popular que invita al recogimiento, pero nada se opone a admirar la creación que lo enmarca: un anticipo de la naturaleza mediterránea, que en las laderas más soleadas se presenta con un bosque ralo de fresnos, carpes y robles pubescentes, entremezclado con arbustos. El más representativo es el escoto (Cotinus coggygria), reconocible por sus flores piramidales amarillentas y sus frutos de color marrón púrpura, pero sobre todo por el vivo color de sus hojas en otoño; una planta de interés económico, utilizada antaño en curtidos y tintes.

Un poco de historia

Cuenta la leyenda que la pequeña iglesia de San Valentino fue construida hacia 1650 por los supervivientes de la peste de la memoria de Manzoni, que veinte años antes había devastado Lombardía, cobrándose 400 víctimas también en Gargnano. Quienes se refugiaron en este valle para huir del contagio decidieron más tarde construir una capilla exvoto, que en los siglos venideros sería frecuentada por personas deseosas de un retiro espiritual.

Curiosidad

Enel altar de la iglesia hay una pintura ingenua de una Virgen con el Niño, adorada por dos figuras en las que uno quisiera reconocer a San Valentín, el titular del lugar, y al autor de la pintura. Se trata de un tal Geremia Paladini de Cassone di Brenzone, el último de los ermitaños, que se instaló en el edificio de 1849 a 1865, año de su muerte, tal vez para escapar al servicio militar obligatorio bajo la dominación austriaca. En el interior de la iglesia se conserva también una foto suya de perfil, tal y como se le veía pasar de pueblo en pueblo, con saco y bastón, para hacer la búsqueda.