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Fossombrone: el Alto Tribunal y el amor cortés

Isabel y Guidobaldo, cortesanos perfectos y amantes desdichados

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¿Dónde está?

Marche

Via Nazario Sauro, 44, 61034 Fossombrone PU, Italia (141m s.l.m.)

Cómo llegar
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Una historia que comenzó entre lágrimas

Corría el invierno de 1489, a finales de enero, cuando la joven Elisabetta Gonz aga abandonó Mantua. Su hermano, Francesco II Gonzaga, había elegido para ella un marido perteneciente a una ilustre familia de las Marcas: Guidobaldo da Montefeltro, duque de Urbino. Aunque era costumbre que las mujeres de familias nobles fueran consideradas peones en el tablero de la política, y el matrimonio era uno de los principales instrumentos para sancionar una alianza, cuando llegaba el momento de separarse de la propia familia y adentrarse en lo desconocido, no era fácil contener el dolor y la angustia. Por eso Isabel lloraba en su carruaje y rogaba a Dios que le diera fuerzas para afrontar su nueva vida.

La llegada al ducado de Urbino

Se ve que sus plegarias fueron escuchadas, porque cuando llegó a su destino, tras nueve días de viaje, encontró esperándola un amor de los de verdad, hecho de cariño y afecto, capaz de soportar las dificultades. Se dice que Elisabeth y Guidobaldo se amaron desde el primer momento. Su matrimonio resultó ser una unión indisoluble, un vínculo exclusivo, admirado por todos y cantado por los poetas de la época. Todos en el ducado estaban contentos: el matrimonio permitiría por fin al último miembro masculino de la familia Montefeltro tener un heredero. Además, la duquesa era muy culta, agraciada, amable y hábil tanto para reconocer a los artistas más dotados e invitarlos a la corte, como para gestionar el ducado durante las numerosas ausencias de su marido, ocupado en acciones políticas y militares. Una de las residencias favoritas de la pareja era la Corte Alta de Fossombrone. En este espléndido marco, los duques se rodearon de artistas, hombres de letras, poetas, y se distinguieron como perfectos ejemplos del ideal renacentista descrito por Baldassarre Castiglione en su célebre obra " Il Cortegiano" (El Cortesano).

01-guidobaldoRetrato de Guidobaldo da Montefeltro, Rafael Sanzio, c. 1506.

Las penas de los duques de Urbino

Con el tiempo, sin embargo, se hizo evidente un problema: el tan deseado heredero no llegaba. Naturalmente, los comentarios no se hicieron esperar; se habló tanto de la incapacidad del duque para tener hijos que incluso el Papa Alejandro VI empezó a presionar para que se anulara el matrimonio que nunca llegó a consumarse. Isabel, sin embargo, amaba a su marido y rechazó la propuesta, permaneciendo fiel a Guidobaldo. A las penas de la vida familiar se unieron las políticas: la llegada de Valentino a los territorios de Urbino llevó a Guidobaldo a huir para salvar la vida y ella, devota esposa, le siguió en el exilio y en apuros económicos. Sólo pudieron regresar a sus dominios con el advenimiento del papado de Julio II, que devolvió al duque de Montefeltro su autoridad y sus territorios. Para consolidar su regreso, Guidobaldo adoptó en 1505 a Francesco Maria della Rovere como hijo, heredero al que debían pasar títulos y tierras.

02-elisabettaRetrato de Elisabetta Gonzaga, Rafael Sanzio

Un amor infinito

Pero el destino aún no había terminado de suspirar por la pareja. Sólo tres años más tarde, en 1508, el duque de Urbino murió, dejando a Isabel sola en su desesperación. Se encerró en una habitación con los postigos cerrados y permaneció sentada en un colchón durante ocho días, sin comer, con la única luz de una vela colocada en el suelo. Aunque aún era joven, nunca quiso volver a casarse. Una voluntad tan fuerte que incluso se filtró en el retrato que Rafael hizo de ella: se decía que el colgante de escorpión que llevaba en la frente era un símbolo de frialdad, utilizado para desanimar a sus numerosos admiradores.

Tras la pista de los duques de Urbino

El vínculo entre Isabel y Guidobaldo era tan auténtico y profundo que resonó en la mente de sus contemporáneos durante mucho tiempo. Aún hoy se recuerda en las callejuelas de Fossombrone, la ciudad del amor y la belleza, que cada año rinde homenaje a este amor cortés con motivo del Día Internacional de los Museos, con una visita guiada por los lugares del "Amor en tiempos de Guidubaldo y Elisabetta".

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En el corazón de la Corte Alta, antigua sede del Palacio Ducal, en los locales que hoy ocupan en parte la Pinacoteca y el Museo Arqueológico, tuvo lugar la gran historia de amor entre Guidubaldo Da Montefeltro y Elisabetta Gonzaga.

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