SHARRYLAND
Fuerte Tres Piedras
Un museo de la Gran Guerra en un fuerte austrohúngaro
¿Dónde está?
Qué es y dónde está
El fuerte "Tre Sassi" (2100 m. s.n.m.) es un fuerte austrohúngaro construido entre 1897 y 1901 para controlar el acceso a Val Badia: fue abandonado al comienzo de la Primera Guerra Mundial tras un bombardeo italiano. Desde 2003, el fuerte es un Museo de la Gran Guerra. No muy lejos, también pueden visitarse las trincheras y barracones militares de la Edelweiss Stellung, utilizados por los soldados como dormitorios, cocinas y letrinas.
Por qué es especial
Los gruesos muros de piedra parecen guardar los recuerdos y las voces de los soldados, el frío y la fatiga. Por el interior de la Fortaleza deambulan a veces los " Rievocatori " (recreadores), aficionados que "personifican la Historia" viviendo como los soldados, de uniforme, en los barracones, y rememorando episodios de la Gran Guerra para que la memoria no se apague.
No se lo pierda
El Museo cuenta con una riquísima colección de artefactos: fusiles de bayoneta, granadas, metralla, ametralladoras y cañones... uniformes, botas, pobre equipo de montaña, cascos (muchos, demasiados, agujereados por las balas).... y cocinas de campaña, taladros, recuas de mulas... También hay miles de cartas, fotos y diarios, e innumerables objetos cotidianos: pipas de brezo y cerámica, latas de carne, acordeones de boca...
Un poco de historia
El museo se encuentra al pie del Sass de Stria (Sass de la Strega, 2477 m). En la cima del Sass se alza una cruz que conmemora el sacrificio inútil de una patrulla de soldados de infantería italianos que conquistaron la cima durante un solo día. Los dirigía el joven subteniente Mario Fusetti, uno de los muchos Hombres de nuestro pasado que encontramos en el Museo. Era el 18 de octubre de 1915. Si se tienen buenas botas y un mínimo de entrenamiento, merece la pena subir hasta la cumbre.
Curiosidades
Muchas de las reliquias conservadas en el Museo proceden del duro trabajo de los Recuperadores. En los años de hambre y pobreza que siguieron a la guerra, para muchas familias no había otra forma de ganarse la vida: o emigrar, o ganar algo de dinero buscando material bélico en los campos de batalla -cáscaras, alambre de espino, bombas...- y revendiendo después los materiales férricos por kilos. Un trabajo duro y peligroso, que costó muchas vidas incluso en tiempos de paz.
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