Fano: ciudad del mar

Calle de 'El Gugul

En el mundo de los pescadores

Pero es paseando por el Molo dei Trabucchi, salpicado de las viviendas sobre pilotes utilizadas por los pescadores, o por "El Gugul ", el barrio símbolo de esos pescadores, cuando se vislumbra la historia marinera de Fano. Este lugar, que debe su nombre a un tipo particular de red de pesca, es una calle donde todo el mundo se conoce, donde la gente se llama y se reconoce sólo a través de apodos irónicos, pronunciados en la críptica lengua vernácula accesible sólo a quienes la han entendido durante generaciones. Los pescadores que viven y habitan aquí solían salir durante días enteros a la caza de peces para alimentarse y alimentar a sus familias, viviendo aventuras propias de Odisea que endurecían sus cuerpos y sus espíritus, haciéndolos tan duros como cabos de amarre. Si tiene suerte, aún podrá escuchar estas historias contadas ante un vaso de Moretta o a lo largo de los muelles por la voz viva de quienes las vivieron.

Moretta

En las mesas del puerto

Los platos típicos de la cocina de Fano han llegado a las mesas de hogares y restaurantes recorriendo largas rutas directamente desde las barcas de los pescadores. De hecho, el vínculo que une Fano con la pesca es más visible que en ningún otro lugar de la cocina. Todo buen marinero tenía que saber ser también cocinero, capaz de arreglárselas en las largas jornadas pasadas mar adentro. El plato típico con el que se identifica a Fano es precisamente ese Brodetto con el que los pescadores se refrescaban del duro trabajo. Y después de tanto comer, los pescadores necesitaban algo con lo que terminar la comida y, sobre todo, que les refrescara ante las largas noches en vela que pasaban sondeando el fondo del mar. De aquí, y de la necesidad de no desperdiciar agua embotellada, surgió lo que hoy es la Moretta, un café aderezado con una mezcla licorosa de anís, ron y brandy. El resultado invita ya desde la apariencia, con las tres capas de licor, café y nata formando un tricolor que anuncia un sabor dulce pero fuerte. Sorbiéndolo con los ojos cerrados, se puede imaginar la ondulación del mar agitando la quilla de los barcos donde se creó.