El nacimiento del huevo de Pascua

Vayamos al grano

La cáscara de chocolate es relativamente reciente, pero la costumbre de regalar huevos en Pascua es mucho más antigua y está cargada de un enorme valor simbólico, asociado a la vida. La costumbre parece remontarse a la Edad Media, y a la tradición cristiana según la cual María Magdalena, de regreso del Santo Sepulcro vacío, quiso contar el milagro a los discípulos, pero se encontró con Pedro, que le dijo escéptico: "Sólo te creeré si los huevos que llevas en la cesta se vuelven rojos". Los huevos se volvieron de color púrpura y Pedro se inclinó ante el milagro. Por esta razón, en la Edad Media, durante la Semana Santa, se entregaban a los fieles huevos duros pintados de rojo o envueltos en hojas y flores para que las cáscaras se colorearan de forma natural, como testimonio de la sangre derramada. Entre nobles y aristócratas, como ocurría a menudo, se buscó embellecer la tradición, y se generalizó la costumbre de decorarlos en plata, platino u oro.

Composición con huevos pintados de rojo

Maestros piamonteses en el arte del chocolate, los primeros en lanzar la moda de los huevos de Pascua

Claro que es divertido pintar huevos, ¡pero estamos esperando los de chocolate! Según algunos, su extraordinario éxito comenzó a principios del siglo XVII, con Luis XIV. Fue él quien encargó por primera vez a su chocolatero de la corte que hiciera un huevo con crema de cacao. Sin embargo, el experimento del Rey Sol no tuvo mucho éxito. De hecho, tras los primeros prototipos de sus primos transalpinos, fue en Turín donde comenzó la tradición de los huevos de chocolate en 1725: la señora Giambone, propietaria de una tienda de Via Roma, empezó a rellenar las cáscaras vacías de los huevos de gallina con chocolate fundido. Se trataba de un proceso delicado, que requería destreza y dominio de la técnica. Probablemente por este motivo, los deliciosos huevos, aunque muy apreciados, seguían siendo bastante raros. Sin embargo, según otros historiadores, los huevos de chocolate no vieron la luz hasta el siglo XIX, gracias a la invención holandesa de una prensa que permitía separar el cacao de la manteca de cacao, proceso fundamental para obtener chocolate sólido. Sin embargo, habría que esperar hasta principios del siglo XX para el desarrollo definitivo de los deliciosos huevos de chocolate, cuando la Casa Sartorio patentó una máquina con moldes articulados que, con rápidos movimientos giratorios, extendía la pasta de cacao de manera uniforme y fina por toda la superficie interior de los moldes. Una vez enfriados, se acabó el juego, las deliciosas formas están listas para ser unidas y decoradas.

¿Y la sorpresa?

Unos años más tarde, se quiso dar al huevo de chocolate un toque aún más festivo y alegre. Así fue como, en 1925, se introdujo la ya infaltable "sorpresa" en el interior: animalitos de pasta de azúcar o almendras garrapiñadas.

El camino hacia el éxito

En 1927, los huevos de Pascua de chocolate ya estaban de moda, ¡y no sólo en Turín! Con el auge posterior a la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de los huevos de chocolate industriales, se convirtieron en un símbolo de Pascua en toda Italia, a diferencia de otros países europeos, donde sigue prevaleciendo el conejo.

Tras descubrir los orígenes del huevo de Pascua, sólo nos queda una pregunta, una duda hamletica: ¿chocolate con leche o chocolate negro?